Inundados por el río y por la basura

En la última década empezó a ser notorio el deterioro ambiental del que somos responsables, cuestión que padecen duramente las comunidades rivereñas con las reiteradas crecientes, pero no conformes con ello, en algunos sectores del centro de la ciudad por la basura acumulada o desechos arrojados que atoran las bocas de tormenta, también se inundan los barrios con calles anegadas y terrenos bajos, que se convierten por unos días en natatorios.

Lejos de querer hacer leña del árbol caído ni cargar tintas contra el gobierno de turno, ni anteriores, aunque si deberían hacerse cargo de que a veces hay poco trabajo en lo realmente importante, y en esto se empieza por casa y llega hasta el ámbito nacional, donde hay tantos legisladores ausentes, inactivos y ociosos, que despiertan para votaciones partidarias más que por temas relevantes o de iniciativas propias.

También sin querer queriendo como sociedad somos responsables de todo lo que nos pasa, hasta cierto punto nos lo merecemos, por nuestra pereza, desinterés y enemistad con el vecino, el ciudadano común como el que se destaca, porque es más fácil criticar al otro que intentar hacer algo o ayudarlo para que vaya por más. La envidia es más popular que la buseca y el vino tinto.

Se ve y se destaca siempre nuestro espíritu solidario, algo que nos llena de orgullo y nos hace sentir bien, siendo lo que es, una buena acción para ayudar al necesitado; pero en muchos casos es utilizado con otros fines y eso molesta, porque en ocasiones pasa desapercibido o aceptado como una vieja práctica sin solución.

Ésta crónica nunca podrá ser lineal u orientada para un mismo lado, porque así como avanza el agua por distintos frentes sin importarle nada, también se busca reflejar los diferentes actores involucrados directa o indirectamente con cada creciente o la bajante del río, que deja tanto barro y desolación, que al irse el agua al parecer también se lleva el espíritu solidario, porque los aborda la amnesia y somos turistas de nuestra misma ciudad, inventando paseos para ver donde dejo su marca el agua ésta vez, así como casi al mismo tiempo cesan las acciones solidarias y es cuando más lo necesita una familia inundada, que debe recomponer su casa, volver a instalarse y empezar de nuevo.

Para que no sean todas pálidas, hay que reconocer una mejor organización a la hora de confrontar el momento crítico con cada creciente, llevó tiempo el aprendizaje pero aparenta estar encaminada la cosa, aunque el río seguirá haciendo de las “suyas”.-

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