El último adiós al Papa Francisco: Argentina despide a su hijo más universal
A los 88 años, falleció el Papa Francisco. Su partida marca el final de un pontificado histórico y profundamente humano. Desde el Vaticano, se confirmó el deceso que conmueve al mundo y en especial a la Argentina, su tierra natal.
El mundo amaneció este lunes con una noticia que sacudió hasta las fibras más íntimas de la fe y la historia: falleció Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco. A las 7:35 de la mañana en Roma, el primer pontífice latinoamericano y argentino dejó este plano para «volver a la casa del Padre», como informó el Vaticano.
Apenas un día antes, había dado su última aparición pública durante la misa de Pascua. Conmovió con su mensaje de paz y libertad desde el balcón de la Basílica de San Pedro. Fue su despedida, aunque nadie lo supiera.
El cardenal Kevin Farrell fue quien leyó el comunicado oficial, visiblemente emocionado, ante una Plaza San Pedro colmada de fieles, donde el silencio pesaba más que las palabras. “Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de Su Iglesia”, dijo, mientras el mundo empezaba a dimensionar la magnitud de su partida.
Francisco venía de una larga internación por una neumonía que lo tuvo 38 días hospitalizado. Si bien había sido dado de alta el 23 de marzo, su salud continuaba delicada. Aun así, el domingo dijo presente, brevemente pero con fuerza, para dar la bendición “Urbi et Orbi”, que se transformó en su último gesto hacia el mundo.
Un legado que atraviesa fronteras
El Papa Francisco no solo fue un referente religioso, fue también un actor geopolítico clave, una voz de paz, justicia social y encuentro entre culturas. Su papado fue tan innovador como humano: defendió el medio ambiente, tendió puentes entre credos, impulsó la economía solidaria y abrazó a los marginados del mundo.
Desde las villas de Buenos Aires al corazón del Vaticano, su mirada siempre fue hacia los últimos. Con una humildad revolucionaria, caminó con los pies descalzos por las heridas del mundo.
Reflexión argentina
Argentina le dio un Papa al mundo, y eso no es poca cosa. Ahora, en este duelo colectivo, es momento de reflexión. ¿Supimos honrar su figura? ¿Lo escuchamos? ¿Aprovechamos ese faro internacional que durante 12 años habló en nuestro idioma?
No se trata solo de religión. Francisco fue —y será— parte de nuestra historia más grande. Nos deja un legado, sí, pero también una enorme responsabilidad: seguir construyendo una patria más humana, más justa, más digna.
El alma no muere
Francisco ya es eterno. No por el cargo, sino por lo que sembró. En las villas, en las cárceles, en la ONU, en cada rincón donde su palabra incomodó a los poderosos y consoló a los pequeños. Su alma no muere. Vive en cada acto de amor, en cada gesto de compasión, en cada voz que clama por justicia.
️ Que su legado nos inspire. Que su paso por este mundo no se quede en la memoria, sino en la acción de los que seguimos acá.